domingo, 16 de enero de 2011

Un barril de mariposas valientes

EL BARRIL
¿Se imagina usted en un espacio que sólo contenga ideas? ¿Un lugar donde se analicen y documenten realidades? ¿Dónde se investigue, se profundice, se filosofe, se planee, se comparta? ¿Se imagina usted un sitio donde todo lo que se piense tenga que ver con el bien común? ¿Un punto de encuentro donde sus viejos amigos se encuentren no para el chisme de la semana, sino para desarrollar con nuevos amigos, un tema para desglosar, comprender, aprender? Tal vez sea difícil imaginar que lugares así existan fuera de las universidades o centros de investigación pero lo cierto es que existen. Incluso y para que se lo sepa, en Cancún muy pronto va a abrirse un espacio como éstos. Sí, un lugar para compartir conocimientos y encontrarse con los otros en el diálogo pero también en el debate. Una copa de vino, una taza de café, una tabla de quesos, es sólo el complemento, el plato fuerte es: la palabra hecha idea.

Recibimos la invitación de arranque y al hacerlo, las alas dormidas de mis mariposas idealistas se desplegaron. Un centenar me sigue desde entonces, vuelan en torno mío y me permiten descubrir los filos de una iniciativa como ésta. Seres pensantes dialogando sobre los temas que nos preocupan a todos en esta ciudad, en este estado, en este país, suena particularmente peligroso. Un grupo así despierta suspicacias. ¿Quiénes son? ¿Qué fines persiguen realmente? ¡Seguro, tienen miras políticas! Hay quienes se espantan con el petate del muerto, y tal vez se trata justamente de eso. De provocar que la gente abra los ojos y se pregunte: ¿de qué hablarán? ¿Será un Club de Tobi?

EL VALIENTE

Habrá también quien se diga: “pues a ver cuánto les dura el gusto”, y otros que se acerquen para ver, oír y volver a callar. ¿Asistirán los valientes y uno que otro cobarde disfrazado de valiente? ¿Quién sabe? Lo importante al final no es lo que se diga o se piense fuera, sino lo que suceda dentro. Serán charlas para beber ideas y compartir conceptos. Un espacio para interpretar realidades y comprender mejor el mundo. Un oasis para estrechar lazos y conocer experiencias.

En Estados Unidos existen los llamados Think Tank, sitios donde especialistas se reúnen y se atreven a lo que hoy pocos hacemos: pensar en el futuro. En Colombia, España, Argentina y México también existen y su fuerza adquiere la de una consultoría ciudadana. Tal vez no sea el objetivo de esta convocatoria que apenas se gesta como una idea que no tardará en anunciarse, pero, ¿quién puede saber el rumbo que tomará una mariposa en medio del manglar?

LA MARIPOSA

El paisaje quintanarroense presenta una pléyade temática que nos agobia porque somos presa de la ignorancia, de la apatía, y como decían los abuelos: de la conchudez. El revoloteo de mis mariposas es alegre, ellas saben que algo está por despertar.

¿Le interesa ser parte de una iniciativa de esta naturaleza y lanzar su propuesta al barril de ideas? Sólo le damos un norte: El Mesón del Vecindario. En Cancún, Alejandro Reyes y Enrique Velasco están afinando los detalles de lo que sin duda, puede ser más que un pretexto para contener nuestros desvelos; porque la palabra tiene a veces, sólo a veces, el impredecible poder de transformar lo que nombra.

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De corazón a corazón

Una tras otra llegan a mi correo las imágenes acompañadas de sus respectivos comentarios. Fotos y palabras todas, lo suficientemente contundentes como para atizar la rabia, la impotencia. Ahí, ante nuestros ojos: la devastación del bien amado Ombligo Verde, un área que por sólo el hecho de ser selva en medio del asfalto, adquiere ante nuestra mirada una dignidad que se afianza en las raíces de esos, sus árboles sobrevivientes a la depredación.

En la periferia las frondas se mecen con el viento fresco. En su centro, la tierra retiembla por el pesado andar de las maquinas que no paran la destrucción mientras sean horas de oficina.

Uno tras otro, los gobiernos municipales en Benito Juárez se las ingenian para horadar la memoria, para enredar el entendimiento, para sepultar a los sobrevivientes.

En los últimos 10 años, no sólo Benito Juárez, sino buena parte de Quintana Roo ha sufrido la depredación más grande de su historia.

¿Y luego? ¿Vamos quedarnos así, mirando?, ¿mandándonos mails, condoliéndonos por la historia que leemos en los diarios?

¿Escribiendo en blogs cuan hartos estamos de que nadie haga nada?

La realidad es que le tememos a la organización ciudadana, porque como dice el refrán: nadie sabe para quien trabaja y luego resulta que no falta el vival, llámese diputado, candidato, o funcionario con miras electoreras, que se acerca y dice: "mira lo que me encontré".

La realidad es que los ciudadanos le tememos a las promesas, a que nos dejen como novia de pueblo, como estamos desde que las campañas empezaron a basarse no en plataformas de gobierno, sino en sonrisas de cartel exhibidas cual carismáticos productos.

Si los suspirantes por alguna candidatura o algún hueso tuvieran su red neuronal trabajando, en lugar de redes sociales contabilizando contactos, entonces se acercarían a quienes hacen investigación en este estado. Un ejemplo: La Universidad del Caribe posee en sus observatorios sociales, datos que son verdaderas guías para la acción política en los más diversos rubros de gobierno.

Y sin embargo, las instancias elaboran su Programas Operativo Anual, al vapor. Apurados los funcionaritos por cuadrar presupuestos y engordar beneficiarios en lugar de generar proyectos sustentados en la realidad, basados en el cruce de variables y con miras no de un año, o dos, o tres en el mejor de los casos, sino con miras a mediano y largo plazo.

No, no tenemos estadistas en ninguna oficina de Gobierno, así que a falta de ello, los ciudadanos bien podemos sumar a nuestro grito, nuestra participación activa.

En breve, por ejemplo, el recién creado Instituto para la Cultura y las Artes del municipio Benito Juárez, convocará la participación de los especialistas para la creación de un Consejo cuya función será aprobar los proyectos que el Instituto desarrollará a lo largo del año, así como servir de órgano de control y vigilancia en la aplicación de los recursos y el desarrollo de los programas y proyectos del ámbito cultural.

Participar no es la parte más importante, la verdadera aportación es comprometerse, leer, documentarse, intercambiar puntos de vista, tomar acuerdos, e incluso, ser parte de las acciones, sin perder la independencia, sin perder la libertad.

El Ombligo Verde nos convoca de igual modo, no sólo a participar sino a comprometerse a estar informados, a fondo, de cuantos intereses se mueven en ese frágil territorio. Documentarse es parte de la tarea, y entonces tomar partido con sustento, con argumentos sólidos.

Un proyecto alternativo, verde, ciudadano, circula en la red para conocimiento de todos. Hagamos eso: conozcámoslo, enamorémonos de él, dejémonos seducir por sus áreas de ensueño y juntos, con los pies en la tierra y el corazón en la mano: hagámoslo posible.