El Museo de la Cultura Maya, en la ciudad de Chetumal, exhibirá lo que resta del mes y como pieza principal, la pintura El Dios Maya de la Lluvia: Chaac. Se trata de una creación del artista visual Yhazael, obra que alude también a una de las tradiciones mayas conocidas como “cabañuelas”, donde se acostumbraba a tomar los primeros 12 días de enero como referencia para pronosticar el clima en los diferentes meses del año.
El autor de la obra, concebida con la técnica de óleo sobre manta, es oriundo de Chetumal. Ha fungido como instructor en la Escuela Estatal de Artes Visuales de la Secretaría de Cultura y ha expuesto en varias galerías.
miércoles, 20 de enero de 2010
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De corazón a corazón
Una tras otra llegan a mi correo las imágenes acompañadas de sus respectivos comentarios. Fotos y palabras todas, lo suficientemente contundentes como para atizar la rabia, la impotencia. Ahí, ante nuestros ojos: la devastación del bien amado Ombligo Verde, un área que por sólo el hecho de ser selva en medio del asfalto, adquiere ante nuestra mirada una dignidad que se afianza en las raíces de esos, sus árboles sobrevivientes a la depredación.
En la periferia las frondas se mecen con el viento fresco. En su centro, la tierra retiembla por el pesado andar de las maquinas que no paran la destrucción mientras sean horas de oficina.
Uno tras otro, los gobiernos municipales en Benito Juárez se las ingenian para horadar la memoria, para enredar el entendimiento, para sepultar a los sobrevivientes.
En los últimos 10 años, no sólo Benito Juárez, sino buena parte de Quintana Roo ha sufrido la depredación más grande de su historia.
¿Y luego? ¿Vamos quedarnos así, mirando?, ¿mandándonos mails, condoliéndonos por la historia que leemos en los diarios?
¿Escribiendo en blogs cuan hartos estamos de que nadie haga nada?
La realidad es que le tememos a la organización ciudadana, porque como dice el refrán: nadie sabe para quien trabaja y luego resulta que no falta el vival, llámese diputado, candidato, o funcionario con miras electoreras, que se acerca y dice: "mira lo que me encontré".
La realidad es que los ciudadanos le tememos a las promesas, a que nos dejen como novia de pueblo, como estamos desde que las campañas empezaron a basarse no en plataformas de gobierno, sino en sonrisas de cartel exhibidas cual carismáticos productos.
Si los suspirantes por alguna candidatura o algún hueso tuvieran su red neuronal trabajando, en lugar de redes sociales contabilizando contactos, entonces se acercarían a quienes hacen investigación en este estado. Un ejemplo: La Universidad del Caribe posee en sus observatorios sociales, datos que son verdaderas guías para la acción política en los más diversos rubros de gobierno.
Y sin embargo, las instancias elaboran su Programas Operativo Anual, al vapor. Apurados los funcionaritos por cuadrar presupuestos y engordar beneficiarios en lugar de generar proyectos sustentados en la realidad, basados en el cruce de variables y con miras no de un año, o dos, o tres en el mejor de los casos, sino con miras a mediano y largo plazo.
No, no tenemos estadistas en ninguna oficina de Gobierno, así que a falta de ello, los ciudadanos bien podemos sumar a nuestro grito, nuestra participación activa.
En breve, por ejemplo, el recién creado Instituto para la Cultura y las Artes del municipio Benito Juárez, convocará la participación de los especialistas para la creación de un Consejo cuya función será aprobar los proyectos que el Instituto desarrollará a lo largo del año, así como servir de órgano de control y vigilancia en la aplicación de los recursos y el desarrollo de los programas y proyectos del ámbito cultural.
Participar no es la parte más importante, la verdadera aportación es comprometerse, leer, documentarse, intercambiar puntos de vista, tomar acuerdos, e incluso, ser parte de las acciones, sin perder la independencia, sin perder la libertad.
El Ombligo Verde nos convoca de igual modo, no sólo a participar sino a comprometerse a estar informados, a fondo, de cuantos intereses se mueven en ese frágil territorio. Documentarse es parte de la tarea, y entonces tomar partido con sustento, con argumentos sólidos.
Un proyecto alternativo, verde, ciudadano, circula en la red para conocimiento de todos. Hagamos eso: conozcámoslo, enamorémonos de él, dejémonos seducir por sus áreas de ensueño y juntos, con los pies en la tierra y el corazón en la mano: hagámoslo posible.
En la periferia las frondas se mecen con el viento fresco. En su centro, la tierra retiembla por el pesado andar de las maquinas que no paran la destrucción mientras sean horas de oficina.
Uno tras otro, los gobiernos municipales en Benito Juárez se las ingenian para horadar la memoria, para enredar el entendimiento, para sepultar a los sobrevivientes.
En los últimos 10 años, no sólo Benito Juárez, sino buena parte de Quintana Roo ha sufrido la depredación más grande de su historia.
¿Y luego? ¿Vamos quedarnos así, mirando?, ¿mandándonos mails, condoliéndonos por la historia que leemos en los diarios?
¿Escribiendo en blogs cuan hartos estamos de que nadie haga nada?
La realidad es que le tememos a la organización ciudadana, porque como dice el refrán: nadie sabe para quien trabaja y luego resulta que no falta el vival, llámese diputado, candidato, o funcionario con miras electoreras, que se acerca y dice: "mira lo que me encontré".
La realidad es que los ciudadanos le tememos a las promesas, a que nos dejen como novia de pueblo, como estamos desde que las campañas empezaron a basarse no en plataformas de gobierno, sino en sonrisas de cartel exhibidas cual carismáticos productos.
Si los suspirantes por alguna candidatura o algún hueso tuvieran su red neuronal trabajando, en lugar de redes sociales contabilizando contactos, entonces se acercarían a quienes hacen investigación en este estado. Un ejemplo: La Universidad del Caribe posee en sus observatorios sociales, datos que son verdaderas guías para la acción política en los más diversos rubros de gobierno.
Y sin embargo, las instancias elaboran su Programas Operativo Anual, al vapor. Apurados los funcionaritos por cuadrar presupuestos y engordar beneficiarios en lugar de generar proyectos sustentados en la realidad, basados en el cruce de variables y con miras no de un año, o dos, o tres en el mejor de los casos, sino con miras a mediano y largo plazo.
No, no tenemos estadistas en ninguna oficina de Gobierno, así que a falta de ello, los ciudadanos bien podemos sumar a nuestro grito, nuestra participación activa.
En breve, por ejemplo, el recién creado Instituto para la Cultura y las Artes del municipio Benito Juárez, convocará la participación de los especialistas para la creación de un Consejo cuya función será aprobar los proyectos que el Instituto desarrollará a lo largo del año, así como servir de órgano de control y vigilancia en la aplicación de los recursos y el desarrollo de los programas y proyectos del ámbito cultural.
Participar no es la parte más importante, la verdadera aportación es comprometerse, leer, documentarse, intercambiar puntos de vista, tomar acuerdos, e incluso, ser parte de las acciones, sin perder la independencia, sin perder la libertad.
El Ombligo Verde nos convoca de igual modo, no sólo a participar sino a comprometerse a estar informados, a fondo, de cuantos intereses se mueven en ese frágil territorio. Documentarse es parte de la tarea, y entonces tomar partido con sustento, con argumentos sólidos.
Un proyecto alternativo, verde, ciudadano, circula en la red para conocimiento de todos. Hagamos eso: conozcámoslo, enamorémonos de él, dejémonos seducir por sus áreas de ensueño y juntos, con los pies en la tierra y el corazón en la mano: hagámoslo posible.
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