Programa Al Instante, Radio Chan Santa Cruz 660 AM. Felipe Carrillo Puerto, Quintana Roo, México.
Laura Fernández es la fundadora y actual directora de diseño de Iarte, una empresa que se dedica a la fabricación de muñecos de madera desde hace 13 años.
La aventura comenzó como un pasatiempo en una época difícil donde esta emprendedora no encontraba trabajo, justo después de casarse y graduarse de diseñadora.
"Con la ayuda de una sierra de mano que compramos en un supermercado y unos cuantos pedazos de triplay que había en el cuarto de tiliches comenzamos a producir los primeros dibujos", dice la entrevistada.
Al mostrarlos a vecinos y parientes, relata, la gente se acercaba para decirnos por qué no se los vendíamos. "Cada vez más personas nos hacían pedidos más grandes, hasta que nos animamos y pusimos una tienda abierta al público", recuerda.
La creatividad fue la que nos salvó, apunta Fernández, quien dice que recién casada se enfrentó a la problemática donde ella ni su esposo contaban con un empleo. "Entonces nos concentramos en producir las figuras".
Tiempo después su esposo consiguió trabajo en el Tecnológico de Monterrey como maestro de teatro, y un día cuando él llevó uno de sus cuadros para regalar, "el encargado de los talleres de diseño los vio y me ofreció trabajo para dar clases extras a los alumnos".
Esta nota públicada en diario El Universal, me lleva a mi colaboración de hoy:
La madera en las manos trasmuta en ángel
en corcel de carrusel
en virgen de Guadalupe
O en sinuosa figura de decorada serpiente.
Huele a pintura fresca
y sobre cada pedazo de triplay,
surge la algarabía de los colores festivos
brillantes, craquelados por la creatividad de las manos artesanas.
Una mujer sin empleo
pero con estudios,
una mujer casada con un actor:
desempleado.
Una historia,
en una ciudad,
de un país,
como el nuestro.
Frente a ellos y tras ellos coloco un espejo,
entonces la magia del infinito multiplicador
hace surgir las historias repetidas,
una y otra y otra vez.
¿Cuántos profesionistas desempleados?
¿Cuántos desempleados sin profesión?
La necesidad es la madre de la creatividad
y la creatividad la madre de la fortuna:
convierte en oportunidad un problema
y un problema en reto.
No todas las historias de los creativos son felices.
La prosperidad llega sí y sólo si,
El lamento duerme y la disciplina despierta.
En un mundo donde el capital compra y vende todo a su paso,
el arte popular también transmuta
hasta convertise en mercancía.
miércoles, 27 de enero de 2010
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De corazón a corazón
Una tras otra llegan a mi correo las imágenes acompañadas de sus respectivos comentarios. Fotos y palabras todas, lo suficientemente contundentes como para atizar la rabia, la impotencia. Ahí, ante nuestros ojos: la devastación del bien amado Ombligo Verde, un área que por sólo el hecho de ser selva en medio del asfalto, adquiere ante nuestra mirada una dignidad que se afianza en las raíces de esos, sus árboles sobrevivientes a la depredación.
En la periferia las frondas se mecen con el viento fresco. En su centro, la tierra retiembla por el pesado andar de las maquinas que no paran la destrucción mientras sean horas de oficina.
Uno tras otro, los gobiernos municipales en Benito Juárez se las ingenian para horadar la memoria, para enredar el entendimiento, para sepultar a los sobrevivientes.
En los últimos 10 años, no sólo Benito Juárez, sino buena parte de Quintana Roo ha sufrido la depredación más grande de su historia.
¿Y luego? ¿Vamos quedarnos así, mirando?, ¿mandándonos mails, condoliéndonos por la historia que leemos en los diarios?
¿Escribiendo en blogs cuan hartos estamos de que nadie haga nada?
La realidad es que le tememos a la organización ciudadana, porque como dice el refrán: nadie sabe para quien trabaja y luego resulta que no falta el vival, llámese diputado, candidato, o funcionario con miras electoreras, que se acerca y dice: "mira lo que me encontré".
La realidad es que los ciudadanos le tememos a las promesas, a que nos dejen como novia de pueblo, como estamos desde que las campañas empezaron a basarse no en plataformas de gobierno, sino en sonrisas de cartel exhibidas cual carismáticos productos.
Si los suspirantes por alguna candidatura o algún hueso tuvieran su red neuronal trabajando, en lugar de redes sociales contabilizando contactos, entonces se acercarían a quienes hacen investigación en este estado. Un ejemplo: La Universidad del Caribe posee en sus observatorios sociales, datos que son verdaderas guías para la acción política en los más diversos rubros de gobierno.
Y sin embargo, las instancias elaboran su Programas Operativo Anual, al vapor. Apurados los funcionaritos por cuadrar presupuestos y engordar beneficiarios en lugar de generar proyectos sustentados en la realidad, basados en el cruce de variables y con miras no de un año, o dos, o tres en el mejor de los casos, sino con miras a mediano y largo plazo.
No, no tenemos estadistas en ninguna oficina de Gobierno, así que a falta de ello, los ciudadanos bien podemos sumar a nuestro grito, nuestra participación activa.
En breve, por ejemplo, el recién creado Instituto para la Cultura y las Artes del municipio Benito Juárez, convocará la participación de los especialistas para la creación de un Consejo cuya función será aprobar los proyectos que el Instituto desarrollará a lo largo del año, así como servir de órgano de control y vigilancia en la aplicación de los recursos y el desarrollo de los programas y proyectos del ámbito cultural.
Participar no es la parte más importante, la verdadera aportación es comprometerse, leer, documentarse, intercambiar puntos de vista, tomar acuerdos, e incluso, ser parte de las acciones, sin perder la independencia, sin perder la libertad.
El Ombligo Verde nos convoca de igual modo, no sólo a participar sino a comprometerse a estar informados, a fondo, de cuantos intereses se mueven en ese frágil territorio. Documentarse es parte de la tarea, y entonces tomar partido con sustento, con argumentos sólidos.
Un proyecto alternativo, verde, ciudadano, circula en la red para conocimiento de todos. Hagamos eso: conozcámoslo, enamorémonos de él, dejémonos seducir por sus áreas de ensueño y juntos, con los pies en la tierra y el corazón en la mano: hagámoslo posible.
En la periferia las frondas se mecen con el viento fresco. En su centro, la tierra retiembla por el pesado andar de las maquinas que no paran la destrucción mientras sean horas de oficina.
Uno tras otro, los gobiernos municipales en Benito Juárez se las ingenian para horadar la memoria, para enredar el entendimiento, para sepultar a los sobrevivientes.
En los últimos 10 años, no sólo Benito Juárez, sino buena parte de Quintana Roo ha sufrido la depredación más grande de su historia.
¿Y luego? ¿Vamos quedarnos así, mirando?, ¿mandándonos mails, condoliéndonos por la historia que leemos en los diarios?
¿Escribiendo en blogs cuan hartos estamos de que nadie haga nada?
La realidad es que le tememos a la organización ciudadana, porque como dice el refrán: nadie sabe para quien trabaja y luego resulta que no falta el vival, llámese diputado, candidato, o funcionario con miras electoreras, que se acerca y dice: "mira lo que me encontré".
La realidad es que los ciudadanos le tememos a las promesas, a que nos dejen como novia de pueblo, como estamos desde que las campañas empezaron a basarse no en plataformas de gobierno, sino en sonrisas de cartel exhibidas cual carismáticos productos.
Si los suspirantes por alguna candidatura o algún hueso tuvieran su red neuronal trabajando, en lugar de redes sociales contabilizando contactos, entonces se acercarían a quienes hacen investigación en este estado. Un ejemplo: La Universidad del Caribe posee en sus observatorios sociales, datos que son verdaderas guías para la acción política en los más diversos rubros de gobierno.
Y sin embargo, las instancias elaboran su Programas Operativo Anual, al vapor. Apurados los funcionaritos por cuadrar presupuestos y engordar beneficiarios en lugar de generar proyectos sustentados en la realidad, basados en el cruce de variables y con miras no de un año, o dos, o tres en el mejor de los casos, sino con miras a mediano y largo plazo.
No, no tenemos estadistas en ninguna oficina de Gobierno, así que a falta de ello, los ciudadanos bien podemos sumar a nuestro grito, nuestra participación activa.
En breve, por ejemplo, el recién creado Instituto para la Cultura y las Artes del municipio Benito Juárez, convocará la participación de los especialistas para la creación de un Consejo cuya función será aprobar los proyectos que el Instituto desarrollará a lo largo del año, así como servir de órgano de control y vigilancia en la aplicación de los recursos y el desarrollo de los programas y proyectos del ámbito cultural.
Participar no es la parte más importante, la verdadera aportación es comprometerse, leer, documentarse, intercambiar puntos de vista, tomar acuerdos, e incluso, ser parte de las acciones, sin perder la independencia, sin perder la libertad.
El Ombligo Verde nos convoca de igual modo, no sólo a participar sino a comprometerse a estar informados, a fondo, de cuantos intereses se mueven en ese frágil territorio. Documentarse es parte de la tarea, y entonces tomar partido con sustento, con argumentos sólidos.
Un proyecto alternativo, verde, ciudadano, circula en la red para conocimiento de todos. Hagamos eso: conozcámoslo, enamorémonos de él, dejémonos seducir por sus áreas de ensueño y juntos, con los pies en la tierra y el corazón en la mano: hagámoslo posible.
la transmutación del arte popular asecha cual Franquensteins contemporaneos con alma de madera, corteza de coco, pasta o cerámica y cuerpo de dioses prehispánicos involucionados con forma de desempleados Mexicanos tirados en una hamaca o invitantes senos con asa para tomar bebidas light...
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